La renovada mentalidad del Renacimiento dio pasó a un mundo en el que se exalta todo lo humano, todo lo que suponga el desarrollo armónico del individuo (no olvidemos que el ideal es el hombre de armas y de letras, cortesano y soldado, culto y amoroso, etc.). A ello se une un marcado vitalismo y un apego por lo mundano, actitud que se refleja en los temas más repetidos y practicados por los poetas renacentistas hispanos.
El paraíso terrenal (Museo Vaticano) |
No es de extrañar, por tanto, que poetas como Garcilaso, Fray Luis de León o San Juan de la Cruz, siguiendo esta tradición de origen italiano, propongan en muchos de sus poemas tópicos literarios clásicos tales como el carpe diem, el bestus ille o el locus amoenus, entre otros, y que, desde distintas miradas, presiden algunos de sus poemas para poner de manifiesto que el hombre sigue mirando a la divinidad pero sin renunciar a lo que tiene de humano, que aún desea salvar su alma pero sin que ello le impida disfrutar de sus sentidos, gozar de la naturaleza, aspirar a la belleza como fuente de contemplación, goce e inspiración.
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